Pienso en las suecas y en sus tetas,
Pienso en Silvia Saint y en su coño increíblemente bien diseñado —a pesar de tantas y tan grandes pollas como lo frecuentan.
Pienso en Silvia Saint y en su coño increíblemente bien diseñado —a pesar de tantas y tan grandes pollas como lo frecuentan.
Pienso que hay coños esculpidos por la mano de un ángel.
Pienso si la mujer se merece un día,
o mejor, si cada una de las mujeres del mundo se merece un día.
Tanta mujer rastrera, tanta mujer repelente, tanta mujer vampiro queriendo el trofeo de tu sangre.
En el restaurante donde como obsequian con flores a todas las féminas,
En la televisión las grandes multinacionales emiten anuncios de exaltación de la mujer.
En la agencia de ventas por teléfono, a cada una le regalan una postal y una chocolatina.
Todas las postales ponen: TÚ ERES ÚNICA.
Pienso en las mujeres que he tenido y en las que hubiera querido tener.
Una o dos sobreviven. Tres si quiero ser generoso con mis criterios.
Pero yo no soy generoso.
Yo soy aburrido, exigente, mezquino. No soy, definitivamente, el tío divertido que a ellas les gusta.
No soy ni guapo. Soy gordo, sudoroso, posesivo y propenso a los ataques de locura.
Bebo demasiado, fumo demasiado y deseo demasiadas cosas imposibles.
Recuerdo que este día se conmemora porque las mujeres fueron achicharradas en el interior de una fábrica
—luchaban por sus derechos, reclamaban justicia y fueron abrasadas por un patrón que seguramente era gordo y sudoroso como yo.
Pero yo nunca les prendería fuego a las mujeres
y tampoco crearía nunca un día especial dedicado a ellas.
Ellas como conjunto no me interesan ni me han interesado jamás.
Tal vez un día yo compre una rosa, bombones y una postal.
Tal vez escriba TÚ ERES ÚNICA de mi puño y letra.
Tal vez eso hasta ocurra un 8 de marzo. O tal vez no.
Tal vez, ese día, haya encontrado a mi compañera ideal.
O tal vez, quién sabe, me haya convertido en un empresario
y haya abierto una fábrica textil
en alguna ciudad pobre de América del Sur.
En el restaurante donde como obsequian con flores a todas las féminas,
En la televisión las grandes multinacionales emiten anuncios de exaltación de la mujer.
En la agencia de ventas por teléfono, a cada una le regalan una postal y una chocolatina.
Todas las postales ponen: TÚ ERES ÚNICA.
Pienso en las mujeres que he tenido y en las que hubiera querido tener.
Una o dos sobreviven. Tres si quiero ser generoso con mis criterios.
Pero yo no soy generoso.
Yo soy aburrido, exigente, mezquino. No soy, definitivamente, el tío divertido que a ellas les gusta.
No soy ni guapo. Soy gordo, sudoroso, posesivo y propenso a los ataques de locura.
Bebo demasiado, fumo demasiado y deseo demasiadas cosas imposibles.
Recuerdo que este día se conmemora porque las mujeres fueron achicharradas en el interior de una fábrica
—luchaban por sus derechos, reclamaban justicia y fueron abrasadas por un patrón que seguramente era gordo y sudoroso como yo.
Pero yo nunca les prendería fuego a las mujeres
y tampoco crearía nunca un día especial dedicado a ellas.
Ellas como conjunto no me interesan ni me han interesado jamás.
Tal vez un día yo compre una rosa, bombones y una postal.
Tal vez escriba TÚ ERES ÚNICA de mi puño y letra.
Tal vez eso hasta ocurra un 8 de marzo. O tal vez no.
Tal vez, ese día, haya encontrado a mi compañera ideal.
O tal vez, quién sabe, me haya convertido en un empresario
y haya abierto una fábrica textil
en alguna ciudad pobre de América del Sur.
Texto de FMAATZ
(meudoceumbigosujo.blogspot.com)
No hay comentarios:
Publicar un comentario