Las virtudes del diálogo han sido siempre ensalzadas
en política.
De sus bondades, muestras hay a lo largo de la historia.
Quizá la más patente sea la de Louis XVI, rey de Francia.
Un rey reformista y dialogante que cuando comenzaron las revueltas revolucionarias dijo, y lo mantuvo, que él jamás mandaría disparar contra su pueblo.
El pueblo, en señal de agradecimiento por ese bello gesto, le cortó la cabeza tres años más tarde.
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