HUMOR JUDÍO: EL OSO

Un rabino, un pastor protestante y un cura católico charlaban un día sobre la labor de proselitismo.
El pastor dijo:
‑Convertir a un ser humano a cualquier religión es una tarea relativamente fácil. Lo difícil sería convertir a un animal, por ejemplo a un oso.
Discutieron el tema y decidieron que se irían al bosque y cada uno de ellos buscaría un oso al que trataría de convertir a su religión para comprobar la dificultad que eso tenía, quedando en verse quince días después para contarse sus experiencias.
Transcurridas las dos semanas se reunieron de nuevo.
El primero en hablar fue el sacerdote católico, que tenía un par de tiritas en la mejilla y un ojo un poco morado.
­—Me metí en el bosque hasta encontrar un oso. Me puse junto a él y empecé a hablarle de dios. Se vino hacia mí y me dio un par de zarpazos en la cara. Yo saqué el agua bendita, se la eché e inmediatamente se calmó, me escuchó y se mostró conforme con la palabra de dios.
Tomó la palabra el pastor, que además de algún arañazo en la cara traía el brazo derecho en cabestrillo.
—Cuando encontré al oso saqué la Biblia y empecé a leerle algunos pasajes, pero él se alejaba sin querer escucharme. Entonces lo agarré, luchamos y rodamos por el suelo hasta caer en el río. Allí hundí su cabeza en el agua y lo bauticé. A partir de ese momento mi oso se comportó como el tuyo. Se volvió manso y escuchó placenteramente la lectura de la Biblia.

El pastor y el cura le miraron al rabino, quien, además de arañazos en la cara, tenía los dos brazos y una pierna escayolados y apenas se podía mover con las magulladuras.
—¿Y a ti qué te pasó?
—Yo, igual que vosotros, me metí en el bosque y al tropezarme con un oso avancé hacia él para convertirlo al judaísmo…
—¿Y?...
—Pues… creo que no fue una buena idea empezar por la circuncisión…


No hay comentarios: